Angola vuelve a ser un polo de atracción para las inversiones y productos españoles por la estabilidad sociopolítica del país y por los cambios que se dibujan en el horizonte de su economía. De ahí que nuestra maquinaria, equipamientos, productos agrícolas y alimentarios, material de transporte y vehículos, productos químicos, manufacturas de fundición de hierro o acero, productos farmacéuticos, telecomunicaciones, renovables, tecnología de la información y de la comunicación y servicios de todo tipo, tengan en Angola un destino de máximo interés en el continente joven.
Desde el África Austral, Angola envía señales inequívocas de vitalidad y pujanza económicas, así como de estabilidad institucional. Su imagen y reputación distorsionadas por la caída de los precios del petróleo (2015 y 2016) y la corrupción, se recompone a buen ritmo por la estabilización de los precios de las commodities y la llegada del presidente João Lourenço. Su aterrizaje en el Gobierno ha sido un revulsivo que se ha concretado en la devaluación del kwanza y la consolidación fiscal. También se han dado pasos hacia la reforma de los servicios públicos, la reducción de los subsidios y la renovación de altos ejecutivos en algunas empresas estatales, que abren paulatinamente sus puertas a la inversión extranjera.
En el último año y medio, la Presidencia de Lourenço ha centrado sus esfuerzos en la estabilización macroeconómica y la normalización del mercado cambiario, con el fin de reducir los efectos perversos de la inflación que, según el FMI, podría reducirse en 2019 al 15,8%. La estabilización de los precios de los hidrocarburos, unida al incremento de la demanda interna y el crecimiento de la producción nacional hacen presagiar vientos favorables para la economía angoleña, que prevé un crecimiento de su PIB en este ejercicio de un 2,3% y, un 2,8%, en 2020, según datos de Focus Economics Consensus Forecast.
La preocupación de inversores y operadores extranjeros en Angola se va diluyendo ante el avance gradual hacia un tipo de cambio flotante, de anclaje monetario nominal, y referenciado en el mercado. El Banco Nacional de Angola (BNA) ha promovido pequeñas devaluaciones mensuales para facilitar el control de cambio y ha aumentado la transparencia en sus asignaciones, a través de subastas regulares y una información eficiente.
De igual modo, la nueva legislación sobre la inversión extranjera y la competencia y la lucha contra los monopolios, (Ley de Inversión Privada y Ley de la Competencia), ha reducido obstáculos y ha elevado las garantías de una mayor protección legal a los inversores extranjeros, a los que se les permite la repatriación de capitales. Operadores e inversores extranjeros cuentan desde hace unos meses con un visado especial, en términos de entradas y permanencia en el país, que hacen de Angola un destino económico más atractivo. También se ha mantenido la atención y la atracción de las empresas petroleras extranjeras con mensajes claros sobre su continuidad y con la normalidad de sus operaciones.
El tercer presidente de la República de Angola, desde su independencia en 1975, ha hecho frente a hitos que “a priori” suponían desafíos insalvables tras cuatro décadas (38 años) del presidente José Eduardo dos Santos. En su primer año de mandato, João Lourenço no sólo ha sentado las bases para estabilizar la economía del país, sino que en ese tiempo se ha hecho con las riendas de su partido, el MPLA (Movimiento Popular de Liberación de Angola, que gobierna el país desde su independencia), así como con resortes claves del Estado, como las Fuerzas Armadas o los servicios de información.
La trayectoria de Angola desde el final de la guerra en 2002 ha sido plausible y se han realizado importantes avances en los ámbitos económico y político. Sin embargo, el país debe afrontar grandes desafíos de desarrollo que incluyen la reducción de la dependencia del petróleo y la diversificación de la economía, la reconstrucción de las infraestructuras, el aumento de la capacidad institucional y la mejora de los sistemas de gobernanza y de la gestión de las finanzas públicas, así como avanzar en los indicadores de desarrollo humano y las condiciones de vida de la población.
El objetivo de incrementar el nivel de vida de los angoleños se ha convertido en un reto nacional y hoy el país busca escalar del puesto 113, de los 196 países del ranking de PIB per cápita, a posiciones más acordes con sus potencialidades y recursos. Este reto es un compromiso del Gobierno que ha hecho suyo el conjunto de la sociedad civil, donde se ha interiorizado la necesidad de diversificar la economía, al tiempo que es consciente de la necesidad de invertir en talento y en la formación de una población muy joven, así como en el desarrollo de los sectores agropecuario, industrial y de servicios, con la finalidad de incrementar las producciones y disminuir la dependencia exterior que, en el caso de bienes de consumo y alimentarios, se eleva al 90 %.
El golpe de timón de João Lourenço en el seno del MPLA y los cambios en su buró político fueron la culminación de una política aparentemente gestual que se ha ido concretando con el relevo de muchos actores políticos y con destituciones en cadena de responsables de instituciones y empresas públicas. El control del rumbo del MPLA y un conjunto de decisiones políticas y técnicas han hecho creíble la lucha contra la corrupción desde los primeros meses y decretos del mandato presidencial.
La corrupción en Angola, y algunos casos conocidos como la Operación Fizz, que enturbió las relaciones con Portugal, han sido analizados sin reservas en las numerosas visitas al exterior del presidente, donde no sólo ha dibujado la carta de navegación de su mandato, sino que ha reiterado su compromiso en la lucha contra la corrupción.
La reactivación de la política exterior de Angola y la búsqueda de nuevas alianzas con socios tradicionales (Portugal, China, Rusia y Brasil) y con Europa (Francia, Alemania, Bélgica, Portugal o la Comisión y el Parlamento Europeo), han hecho posible que Angola haya conseguido 10.000 millones de euros adicionales de inversión extranjera. Estos recursos se orientarán a crear infraestructuras, bienes y servicios que eleven el nivel de vida de la población y atraigan capitales y Know How extranjeros para recuperar la senda del crecimiento y resituar al país en el tablero de la economía global.